lunes, 2 de julio de 2012



Mar infinito, historias sin contar.

Y esto
y ahí sentada, en la orilla del mar, en la arena, sintiéndola entre mis dedos de las manos y de los pies, sientiendo cada brisa marina que recorre mi cara. Escucho silenciosamente el sonido de las olas del mar, el sonido de una explosión, una explosión de emociones, de pensamientos, y sentimientos. Una explosión de escalofríos que recorren mi cuerpo, una explosión que me llega hasta el fondo de mi alma, y su eco se queda en ella, disfrutando de la tranquilidad que se queda en mí. Disfrutando de lo increíblemente bonito que es ese momento, ese mismo instante en el que no dejas de mirar fijamente al mar, y te imaginas miles de cosas, miles de historias que se ahogan bajo las infinitas aguas, se ahogan en tus pensamientos. Escuchas bien, y de pronto escuchas susurros, susurros de miles de cuentos que cuenta el mar infinito, cada amanecer, cada día, cada atardecer, y cada noche.
El amanecer llega, con sus intensos colores y emociones. Unos colores increíblemente bonitos se expanden sobre el infinito del cielo, y se bañan en las olas del mar, el naranja intenso pinta al mar de su color, y no deja que se desvanezca tan fácilmente, no quiere irse, quiere ser infinito en tu memoria. El cielo azul que aún queda sin esos rayos, todavía quedan rastros de estrellas en él, y aunque no los veas siempre, no se van, se quedan ahí, esperando a que pidas un deseo que puedan cumplir.
El día que te envuelve en su calor eterno, y en sus sonidos de las olas. Te rodea el calor, tanto, que tienes que liberarte de él. Corres, corres y saltas con alegría hasta caerte en las frías olas del mar, sientes un eco de sensaciones en tu piel y cuerpo, sientes agua fría que no sólo es agua, son vibraciones, son olas, son sonidos calmantes, son historias que trae cada gota de agua en su interior, y cada una recorre tu cuerpo. Buceas, y abres los ojos. Ves el precioso fondo marino, y por un momento te dan ganas de ser una verdadera sirena y no volver a la realidad.
El atardecer que de nuevo expande sus colores intensos sobre el cielo, y te traumatiza. Ves colores verdaderamente preciosos sobre el cielo, y el mar. Ves un río de color naranja sobre el azul fuerte del mar, y ese río te parece ser un camino hacia el sol, un camino hacia la felicidad. Quieres irte, quieres sentir ese calor en tu cuerpo, y quieres que ese momento no acabe nunca, quieres que ese atardecer se quede en tu memoria para siempre, junto a todos los otros preciosos atardeceres que has visto, cada atardecer que ves, piensas que es más bonito que el anterior. Pero no, ninguno es más bonito que otro, todos son inexplicablemente preciosos, y cada uno de ellos, te llega hasta el fondo de tu corazón, de tu alma.
La noche se vuelve oscura y sola. Invade al mar de un color totalmente oscuro, que te hace pensar que hay algo más que simple agua. Hay cuentos incontables, cuentos que nadie te podrá contar, si no el mar, con sus olas, y sus vibraciones. Sólo tienes que escuchar bien, y él mismo te contará sus secretos por susurros, susurros que te hacen creer que no estás sola.









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