Mi
alma sigue respirando.
Me
muero, sí, mi cuerpo queda en el olvido, en los brazos de la muerte,
de la oscuridad. Pero mi alma sigue viva, mi alma respira, y
sobretodo recuerda. Quedan recuerdos, recuerdos aún frescos de mi
vida.
Recuerdos
de sonrisas, de lágrimas caídas, de corazones unidos, de almas
entrelazadas , de mentes compartidas, de caricias apasionadas, de
besos eternos, de momentos que quedan atrapados en el fondo de mi
corazón, aunque éste ya no late. Escalofríos que recorren tu
cuerpo por cada momento vivido. Cada lágrima que en aquel momento
recorrió tu cara, aunque más bien tu alma, cada lágrima, te
recuerda a algún momento de tu vida, momentos de tristeza y
nostalgia, momentos de amor o desamor, momentos de felicidad o pura
libertad. Cada una tiene su significado, y cada una queda clavada en
tu alma. Sí, se quedan ahí, aunque no las sientas.
Cada
sonrisa que en aquel momento tan increíblemente fugaz de tu vida se
curvó en tus labios, cada una de ellas, queda en el recuerdo, queda
en el cajón de la infinita memoria, junto a cada razón que la
acompañe. Cada beso, cada palabra, cada caricia, cada abrazo, cada
momento inolvidable se queda conmigo, en mi alma, en mi
memoria.
Sí,
mi cuerpo muere, pero mi alma sigue respirando con fuerza.
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